los ladrones la dejaron atada a la cama y huyeron


Una mujer de 90 años fue encontrada muerta en su casa de El Palomar, partido de Morón, luego de haber sido asaltada por un grupo de ladrones que la dejaron maniatada a su cama y huyeron.

El robo ocurrió cerca de las 2 de la madrugada en la vivienda de la víctima, ubicada en Escalada al 2400, esquina Lambaré. Quien se encontró con la escena fue Fabiana, su hija, que pasó a visitar a su madre como cada mañana. Ella pudo monitorear por las cámaras de seguridad instaladas dentro de la vivienda que se encontraba todo oscuro. Los ladrones las desconectaron.

La hija vive a la vuelta y, cuando llegó este viernes a la casa, descubrió que la puerta principal estaba abierta, los barrotes de la ventana habían sido forzados y que el lugar estaba completamente revuelto. Los asaltantes ingresaron trepando una pared y usando una medianera como escalera para llegar a la puerta de atrás.

La víctima fue identificada como Beatriz Noemí Vaccarezza, pero en el barrio todos la conocían como Betty. Estaba golpeada y atada a su cama con un precinto en la mano derecha.

Antes de huir, los ladrones se llevaron unos 40 mil pesos, joyas, una notebook y un revolver calibre 22. Según se pudo ver en las cámaras de seguridad de la casa de una vecina, un ladrón estaba de campana y dos saltaron por el paredón. Salieron con dos valijas y se subieron a un auto que se encontraba en la zona.

Betty vivía desde hacía unos 50 años en esa casa del barrio de El Palomar. Su esposo, Juan Carlos Coll, había fallecido hace 15 años, pero ella estaba muy acompañada por su familia y la comunidad de vecinos. Tanto, que en septiembre del año pasado, le habían festejado los 90 con una gran reunión.

Por problemas de salud, había dejado de ir a la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, de la que siempre participó activamente en actividades solidarias. Su relación siguió siendo íntima y todas las semanas le traían la comunión a su casa.

El pasatiempo de la mujer, que en este último tiempo tenía algunos problemas de visión y audición, era tejer. Se pasaba el día tejiendo y donaba mantas al hospital Posadas.

Cheli, a quien conoció en la iglesia, cuenta a Clarín que «la pandemia, como a muchas personas mayores, la devastó. Era una persona tan generosa que dejó de ir a misa porque pensaba que con sus problemas de salud, la iban a querer asistir e iba a molestar».

«Merece que se la recuerde bien, más que por su muerte», pide Cheli, mientras se frota los brazos sintiendo escalofríos. «Era alguien muy graciosa y servicial, no merecía irse así», coincide Graciela, una de sus vecinas. Para mantener ese recuerdo, justamente, los familiares de la víctima no quisieron difundir su foto.

Maestría Clarín – Universidad de San Andrés

fuente : Clarin.com